
Hoy mi corazón fue arrebatado de nuevo. También era la tarde, justo en ese momento en que los rayos del sol son de miel. Una luz cálida pero fresca. Faltaban 15 minutos para mi clase y yo iba caminando hacia el salón. De pronto me sentí obligado a sentarme en una banca a contemplar un jardín con una fuente y esa luz. En mi mente se hizo el silencio y me sentí en paz. El sonido del agua, los vivos colores de las flores, los pajaritos, todo era perfecto. Supe que estaba presenciando un momento de perfección. Me quedé contemplando la hermosura de todo aquello y me sentí renovado. En verdad que es difícil describir lo que sentí y todos los detalles. Son esos momentos que nos hacen sentir parte del Todo, en los cuales el pensamiento nos abandona y en cambio nos puebla algo sin nombre.

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