Tuesday, October 28, 2008

Cuando Dios muestra su rostro


Me siento extraño. Haré el mejor intento para describirlo. Existen cosas que, una vez vividas, nos hacen suspirar con su recuerdo. 
Hace aproximadamente una semana iba caminando por la calle, entrada la tarde, y el clima era frío. Caminé hasta llegar a un cruce y no se veía nadie alrededor. Con ese frío casi nadie disfrutaría estar afuera. Y por unos segundos tuve la oportunidad de presenciar una escena bastante simple, pero de misteriosa fuerza sobrecogedora. Llegó el viento y con la más dulce armonía desprendió algunas hojas de un árbol que por ser otoño, estaban secas. Se formó un pequeño remolino que las hacía danzar. El sonido es indescriptible. El viento cantaba su canción. Me quedé parado mirando aquél espectáculo completamente hipnotizado. Recuerdo las hojas desprendiéndose suavemente y bailando, bailando… El cielo estaba casi totalmente despejado y el sol se asomaba por una de las pocas nubes que jugaba a cubrirlo. Ese paisaje tenía algo de lo divino. Me pareció que la vida, juguetonamente, me sonreía. 
La pobreza de mi descripción no se acerca a la verdad.